miércoles, 15 de agosto de 2012

¡ALENTANDO A MI CRISTAL EN EL INFIERNO SULLANERO!


Por Víctor Soto.

Aquella mañana de febrero de 1992, al salir de la cama mi corazón se llenó de gozo. Sporting Cristal jugaba de visita a en Piura y este servidor sabía que su lugar era estar al lado de ellos para alentar a los bravos celestes.  Los barristas salimos de la Florida sabiendo que estábamos poniendo nuestra cuota de sacrificio porque nos necesitaba el cuadro de nuestros amores y, sobre todo, porque nos nacía del corazón. 

Nadie nos lo imponía, tan solo nuestro amor por esa casaquilla celeste por la que habíamos llorado con las dolorosas derrotas, pero la mayoría de veces habíamos gritado a todo pulmón nuestras victorias, nuestros títulos, nuestras remontadas de marcador en partidos difíciles, con público adverso.

¿Y ahora? A Sullana, esa ciudad calurosa donde los limeños siempre sufren, tan poco acostumbrados a los climas extremos. Nuestro rival era difícil, el Alianza Atlético Sullana. 
  
En nuestro grupo se encontraban los bravos celestes, los más ranqueados, los más bullidores: el Rolo, el Maestro García y su hijo, César Vásquez, el Tirulero, el Rompebanca,  Jeffrey, Pablo Merea (quien fue a despedirnos y lo tomamos de rehén: no lo soltamos hasta llegar a Sullana), Carlos Sarmiento, el Tío Koki, Miguel (Peloduro), algunos integrantes de los Slayers y por último, este servidor, Víctor Soto.

En ese viaje nos mandamos una huasca bravaza, tan intoxicante que sin querer me salí viendo con Butragueño (no el delantero español, sino uno que incita “al arrojo”.  Lamentablemente, el buitre le cayó  por la ventana a mi causa Rompebanca (¡Gordo, fue casual, sin rencores, plis!).

Pero siempre pasan incidentes como el que voy a narrar. Esto sucedió en el viaje de ida. El señor García, en estado etílico, quiso parar el ómnibus porque su hijo se había extraviado y empezó a echarle la culpa a César Vásquez. Las palabras del tío García eran de desesperación:

-         - -  ¡César, mi chibolo no está! ¡detén el ómnibus, ta’  huevón!,  ¿no lo habrás cambiado a mi hijo por una caja de chelas, verdad?
César Vásquez no podía creer tamaña calumnia, pero fue caballeroso al ver el rostro furioso del tío.

-        -  Señor García, su hijo debe estar al fondo.

Y era cierto. En medio de mi huasca pude constatar que el chibolo dormía plácidamente al fondo tomando como almohada una mochila que olía a pisco.

Durante el viaje estuvimos escuchando el mismo cassette recontralocazazo de ‘Guns and Roses’, que había llevado un chibolo del Cerro. Lo escuchamos  por lo menos unas  doce veces. El tío García, que ya estaba recontra amargo de tanto escuchar durante horas y horas el mismo cassette a todo volumen, no aguantó más y despotricó:

-       -   ¡Ya pues, no jodan y corten esa bulla de mierda, que ahorita les boto el cassette a la carretera!

Al llegar a Sullana, unos muchachos del Cerro se pusieron a jugar pelota en la Plaza de Armas y le ganaron la apuesta a un vendedor que perdió el partido. Caballero nomás, el perdedor pagó con toda su ropa.  Bastante generoso el vendedor quien, por su bondad debía ser hincha del Sporting Cristal. Fue un episodio de película pero este servidor, a pesar de que estaba un tanto ebrio, recuerda todo perfectamente.

En el trayecto de Piura a Sullana nos dimos con la sorpresa de que se había destruido el puente que une la carretera con la ciudad de Sullana. Habían colocado unas tablas para que pasen los autos, ómnibus y camiones. Recuerdo que pasamos a gran velocidad y lo logramos. Al llegar al estadio, que era un verdadero horno, Peloduro ordenó el avance y entramos a la tribuna Occidente de el estadio “Campeones del 36”. . Mucha gente nos insultaba. Un tío me agredió y yo reaccioné en defensa de los colores. Le cayó su chiquita en la zona baja, donde se unen las piernas.  Fue un golpe perfecto digno de “Vale todo”.

El partido fue para el olvido  y no quiero recordar el score. Pero ese calor nos despellejaba. Al salir nos moríamos de  sed y me metí con mi amigo del cassette de ‘Guns and Roses’ a la chacra a pedir agua. Cuando estábamos por subir al micro divisé unos murciélagos. “Qué loco es este lugar”, dijo el chibolo y se persignó porque creía que se iban a convertir en Drácula y le iban a chupar la sangre, la cual estaba bastante mezclada con alcohol.

Ya en camino a Lima, ocurrió una anécdota muy peculiar y escandalosa. Resulta que a la salida de Barranca, en medio de la carretera había una chocita., era un negocio de abarrotes y trago. El ómnibus se detuvo y yo de inmediato me percaté que algo extraño al observar cómo un grupo de celestes le compraban sánguches , galletas y gaseosas a la señora dueña del negocio. Pero por la espalda del local el hermano de la señora, un fanático barranquero hincha celeste a morir,  al ver a los barristas con la hermosa divisa celeste les estaba vendiendo los mismos productos a precio casi de regalo.  Lo que costaba dos soles se los daba a china, y además,  a los que estaban misios, que eran la mayoría, les obsequiaba gaseosas y galletas. “Eso sí”,  dijo bajando la voz, “que mi hermana no los vea, porque ella siempre duda de mí sin tener pruebas” … Luego, estos palomillas se subieron al bus repletos de provisiones. (no te hagas el tercio, John; ni tampoco tú, Rompebanca; y tú menos , Rolo, ¡ja ja ja!).

A unos kilómetros nos detuvieron las radiopatrullas del norte Chico y nos hicieron un tremendo chongazo. Resulta que la señora –quien lógicamente no era hincha rimense - había descubierto que su almacén estaba casi vacío y además había pescado a su hermano escondiendo  la plata de la venta que le había hecho a los barristas. Pero este, limpiándose las manos, lanzó una vil calumnia diciendo que los muchachos lo habían asaltado, lo cual era completamente falso. Miguel Peloduro, afrontando  la intransigencia de los policías , tuvo que meter un tremendo  floro para salvar la situación.  

Cerca a Lima, por el desvío a Chancay  - Huaral, la tegen sacó todo lo que habían conseguido a precio de regalo: embutidos, gaseosas, galletas, manjarblanco, King Kong, tejas y algunas chelas.

Nos despedimos en el terminal  citándonos para el siguiente viaje a otra provincia peruana  con el sagrado deber de alentar a nuestros jugadores celestes.

2 comentarios:

  1. buena, loco
    cuéntate la que pasamos en el monumental contra las gayinas y los rechazamos a esos cobardes

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  2. Podemos ganar, empatar o perder en la cancha, pero jamás perdemos en las calles.
    vivan las tres principales barras cerveceras
    extremo celeste
    oriente
    y guardia extrema
    y vivan las barras de provincias que siempre nos han apoyado hasta con gaseosas y comida

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