domingo, 1 de noviembre de 2015

LA BARRA SPORTING CRISTAL 86. ¡QUÉ RECUERDOS! (Primera parte)

Por Aldo Alvarado, El Doctor Celeste.

Esta foto me recuerda mis inicios de tribunero.
Al comienzo y cuando ya tenía uso de razón, iba esporádicamente al futbol. Un buen día -jugaba el Sporting Cristal con el San Agustín- decidí alentar con la gente que estaba en Oriente. Ese día perdimos 2 a 0, pero grité tanto, pero tanto que tomé la firme decisión de acompañar a esa barra para alentar a mi querido cuadro celeste.
Al comienzo con la mía, como hasta el día de hoy, siempre con la mía. Y una vez se me acerca Martín Avendaño con el Cachaco y me dicen que yo gritaba un huevo y todo el partido y no paraba de cantar y me preguntaron si quería pertenecer a la barra. Me sentí realmente halagado.

En la Barra Oriente
Y desde ese día, a mediados del 87 pertenecí a esa Fuerza Oriente, con la banderola Fuerza Cristal que tenía tiritas blancas, ¿se acuerdan?, esa de la foto. Ahi conocí a mis hermanos celestes de sangre. en primer lugar a Arturo Kikuyama, mi hermano, a Toño Calienes, su papá Gustavo, al Muñeco Meza, al Chaira, Perico y su gran energía para la corneta, el cholo Wilson, Johnny, los bongós del gran profesor Freddy, al popular "Francéscoli" que nunca supe cómo se llamaba y lo vi últimamente en el Gallardo.
No me olvido del Diablito, el gran Cholo Apaico, luego bautizado en el extremo como Kopriva, César Vásquez, Aldo Celis, al Payasito Pancho, al gordo Italiano con sus mostachos y su hijo el gordito; el señor Mazuelos y su hijo “Uga uga ugaaaaa”, todos unos hermanos que dejábamos todo; el tío Abratani y sus lentes negros y su filtro de cigarros Inca…

El Loco del bombo…
El loco Galliani (qepd) me enseñó a tocar el bombo y desde ahí lo estuve tocando por varios años. Una vez en Ovación dijeron que el Cristal podía estar jugando mal y perdiendo pero ese bombo nunca dejaba de sonar todo el partido. Esa vez  me sentí muy contento porque mi esfuerzo se hacía destacar.
Qué lindas épocas, todos preparábamos el papel picado y los contómetros. Yo era uno de quienes cortaban tiras de papel periódico y las unían con engrapador para yo mismo hacer mis contómetros. Eso es hinchar de verdad, muchas veces ni veía los goles de la celeste por estar tocando el bombo mirando a la barra, y solo me sentía feliz de ver la cara de felicidad de mis compañeros al gritar un gol de nuestro equipo. ¡Qué emoción!  Gritar el “¡ola ola ola, golazo de Loyola!. Me han hecho emocionarme hasta las lágrimas.


¡Gracias Sporting Cristal!, ¡gracias barra! ¡salud, salud, salud Cristal !!!

jueves, 21 de mayo de 2015

SPORTING CRISTAL VS AELU: ENCUENTRO CON PELODURO.
Por Víctor Soto Dueñas

Corría el año 89, en aquellos días ser hincha de Cristal era algo extraño para la época, como encontrar una aguja en un pajar. Yo vivía en Surco, más exactamente en la urbanización Los Próceres.
 En aquellas temporadas  en que se jugaban dobletes y tripletes en los estadios. Tocó jugar ese partido  contra AELU un miércoles.  Cursábamos el segundo de secundaria y la hora de salida del colegio era a la 1:30 pm, pero, ¡maldición!,  el partido empezaba  a esa misma hora.  Eran las 10 de la mañana, hora  del recreo. No soportaba el hecho de perderme el partido. Decidí rápidamente escapar. Me escondí después del recreo y subí al muro al llegar a lo alto, con el uniforme manchado de pintura y la camisa desabotonada el auxiliar me vio desde lejos y se acercó corriendo con sus dos perros. Al llegar no gritó fuerte pero su tono fue bastante autoritario:
¾  ¡Soto de mierda, bájate o hablo con el director para que te suspendan!
¾ No podrás arrancar este sentimiento por la celeste que me invade el cuerpo y el alma- le respondí antes de lanzarme a la calle-, soy hincha del Sporting Cristal.
Y salí corriendo por las calles con mi uniforme de colegio y mi mochila y tomé una Coaster directo a Matute porque ahí se desarrollaría el nuevo episodio que quedaría para la historia, y ahí tenía que estar, cueste lo que cueste.
El encuentro con Peloduro.
Supuestamente teníamos que entrar a la tribuna Oriente pero ese día, no sé por qué, entramos a Occidente, y fue todo un vacilón. Miguel ‘Peloduro’, un maestro a quien considero como mi hermano mayor al observar que gritaba y saltaba sin parar durante todo el partido se acercó y me palmoteó.
¾     Chibolo, eres un loco, pero eres un celeste en todo sentido de la palabra....
Escuchar esas frases  fue un gran honor, viniendo  de quien yo consideraba mi ídolo en todo sentido de la palabra, y hoy por hoy todavía lo sigo considerando así. Me sentí con el ánimo al tope, era un privilegio, era el máximo respeto que un chibolo como yo podía recibir en esos momentos. Ya en la tribuna occidente, aunque éramos pocos, alentamos con todo el corazón y el sentimiento que era eso que movía a los pocos celestes que pisábamos la tribuna en esa época.
El partido lo ganamos uno a cero y lo gritamos como si hubiéramos ganado la Copa del mundo, ese aliento era incondicional en todos los partidos. Eran aquellos días donde ser celeste era sobrevivir y ayudar a sobrevivir a los que venían. Antes de despedirnos hicimos el juramento que se convertiría en uno de nuestros lemas:
¡Ser los de siempre las buenas y en las malas!
Al dirigirme a mi barrio  por las calles con mi amigo Pool Champac, un celeste de San Juan de Miraflores,  amigo de muchas guerras y alegrías, se me dibujaron unas lagrimas.
¾     Pool le dije-, algún día tendremos una tribuna popular donde cantaremos  con todos nuestros amigos y esto hará que la hinchada crezca y reventemos los estadios.
¾  Chibolo –me dijo Pool, porque yo era uno de los menores de ese grupo-, algún día tendremos nuestra popular y tu sueño se hará realidad.
Al llegar a casa me cayó un gritón de parte de mi madre. Mi padre me llamó a un costado.
¾   Víctor, todo tiene su momento y su lugar.
¾   Te entiendo le dije-, pero no puedo frenar este sentimiento que llevo en el corazón por la celeste.
Me castigaron, pero al final los convencí con una semana de buenas acciones para poder regresar nuevamente al próximo partido
¡Fuerza, Sporting Cristal!

VICTOR SOTO DUEÑAS