jueves, 21 de mayo de 2015

SPORTING CRISTAL VS AELU: ENCUENTRO CON PELODURO.
Por Víctor Soto Dueñas

Corría el año 89, en aquellos días ser hincha de Cristal era algo extraño para la época, como encontrar una aguja en un pajar. Yo vivía en Surco, más exactamente en la urbanización Los Próceres.
 En aquellas temporadas  en que se jugaban dobletes y tripletes en los estadios. Tocó jugar ese partido  contra AELU un miércoles.  Cursábamos el segundo de secundaria y la hora de salida del colegio era a la 1:30 pm, pero, ¡maldición!,  el partido empezaba  a esa misma hora.  Eran las 10 de la mañana, hora  del recreo. No soportaba el hecho de perderme el partido. Decidí rápidamente escapar. Me escondí después del recreo y subí al muro al llegar a lo alto, con el uniforme manchado de pintura y la camisa desabotonada el auxiliar me vio desde lejos y se acercó corriendo con sus dos perros. Al llegar no gritó fuerte pero su tono fue bastante autoritario:
¾  ¡Soto de mierda, bájate o hablo con el director para que te suspendan!
¾ No podrás arrancar este sentimiento por la celeste que me invade el cuerpo y el alma- le respondí antes de lanzarme a la calle-, soy hincha del Sporting Cristal.
Y salí corriendo por las calles con mi uniforme de colegio y mi mochila y tomé una Coaster directo a Matute porque ahí se desarrollaría el nuevo episodio que quedaría para la historia, y ahí tenía que estar, cueste lo que cueste.
El encuentro con Peloduro.
Supuestamente teníamos que entrar a la tribuna Oriente pero ese día, no sé por qué, entramos a Occidente, y fue todo un vacilón. Miguel ‘Peloduro’, un maestro a quien considero como mi hermano mayor al observar que gritaba y saltaba sin parar durante todo el partido se acercó y me palmoteó.
¾     Chibolo, eres un loco, pero eres un celeste en todo sentido de la palabra....
Escuchar esas frases  fue un gran honor, viniendo  de quien yo consideraba mi ídolo en todo sentido de la palabra, y hoy por hoy todavía lo sigo considerando así. Me sentí con el ánimo al tope, era un privilegio, era el máximo respeto que un chibolo como yo podía recibir en esos momentos. Ya en la tribuna occidente, aunque éramos pocos, alentamos con todo el corazón y el sentimiento que era eso que movía a los pocos celestes que pisábamos la tribuna en esa época.
El partido lo ganamos uno a cero y lo gritamos como si hubiéramos ganado la Copa del mundo, ese aliento era incondicional en todos los partidos. Eran aquellos días donde ser celeste era sobrevivir y ayudar a sobrevivir a los que venían. Antes de despedirnos hicimos el juramento que se convertiría en uno de nuestros lemas:
¡Ser los de siempre las buenas y en las malas!
Al dirigirme a mi barrio  por las calles con mi amigo Pool Champac, un celeste de San Juan de Miraflores,  amigo de muchas guerras y alegrías, se me dibujaron unas lagrimas.
¾     Pool le dije-, algún día tendremos una tribuna popular donde cantaremos  con todos nuestros amigos y esto hará que la hinchada crezca y reventemos los estadios.
¾  Chibolo –me dijo Pool, porque yo era uno de los menores de ese grupo-, algún día tendremos nuestra popular y tu sueño se hará realidad.
Al llegar a casa me cayó un gritón de parte de mi madre. Mi padre me llamó a un costado.
¾   Víctor, todo tiene su momento y su lugar.
¾   Te entiendo le dije-, pero no puedo frenar este sentimiento que llevo en el corazón por la celeste.
Me castigaron, pero al final los convencí con una semana de buenas acciones para poder regresar nuevamente al próximo partido
¡Fuerza, Sporting Cristal!

VICTOR SOTO DUEÑAS

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