SPORTING
CRISTAL VS AELU: ENCUENTRO CON PELODURO.
Por Víctor
Soto Dueñas
Corría
el año 89, en aquellos días ser hincha de Cristal era algo extraño para la época,
como encontrar una aguja en un pajar. Yo vivía en Surco, más exactamente en la urbanización
Los Próceres.
En aquellas temporadas en
que se jugaban dobletes y tripletes en los estadios. Tocó jugar ese partido contra AELU un miércoles. Cursábamos el segundo de secundaria y la hora
de salida del colegio era a la 1:30 pm, pero, ¡maldición!, el partido empezaba a esa misma hora. Eran las 10 de la mañana, hora del recreo. No soportaba el hecho de perderme
el partido. Decidí rápidamente escapar. Me escondí después del recreo y subí al
muro al llegar a lo alto, con el uniforme manchado de pintura y la camisa
desabotonada el auxiliar me vio desde lejos y se acercó corriendo con sus dos
perros. Al llegar no gritó fuerte pero su tono fue bastante autoritario:
¾ ¡Soto de mierda, bájate o hablo con
el director para que te suspendan!
¾ No podrás arrancar este sentimiento por
la celeste que me invade el cuerpo y el alma- le respondí
antes de lanzarme a la calle-, soy hincha
del Sporting Cristal.
Y salí
corriendo por las calles con mi uniforme de colegio y mi mochila y tomé una Coaster
directo a Matute porque ahí se desarrollaría el nuevo episodio que quedaría
para la historia, y ahí tenía que estar, cueste lo que cueste.
El
encuentro con Peloduro.
Supuestamente
teníamos que entrar a la tribuna Oriente pero ese día, no sé por qué, entramos
a Occidente, y fue todo un vacilón. Miguel ‘Peloduro’, un maestro a quien considero
como mi hermano mayor al observar que gritaba y saltaba sin parar durante todo
el partido se acercó y me palmoteó.
¾ Chibolo, eres un loco, pero eres un celeste
en todo sentido de la palabra....
Escuchar
esas frases fue un gran honor, viniendo de quien yo consideraba mi ídolo en todo
sentido de la palabra, y hoy por hoy todavía lo sigo considerando así. Me sentí
con el ánimo al tope, era un privilegio, era el máximo respeto que un chibolo
como yo podía recibir en esos momentos. Ya en la tribuna occidente, aunque éramos
pocos, alentamos con todo el corazón y el sentimiento que era eso que movía a
los pocos celestes que pisábamos la tribuna en esa época.
El
partido lo ganamos uno a cero y lo gritamos como si hubiéramos ganado la Copa del
mundo, ese aliento era incondicional en todos los partidos. Eran aquellos días
donde ser celeste era sobrevivir y ayudar a sobrevivir a los que venían. Antes de
despedirnos hicimos el juramento que se convertiría en uno de nuestros lemas:
¡Ser
los de siempre las buenas y en las malas!
Al dirigirme
a mi barrio por las calles con mi amigo Pool
Champac, un celeste de San Juan de Miraflores, amigo de muchas guerras y alegrías, se me
dibujaron unas lagrimas.
¾ Pool –le dije-, algún
día tendremos una tribuna popular donde cantaremos con todos nuestros amigos y esto hará que la
hinchada crezca y reventemos los estadios.
¾ Chibolo –me dijo
Pool, porque yo era uno de los menores de ese grupo-, algún día tendremos nuestra popular y tu sueño se hará realidad.
Al
llegar a casa me cayó un gritón de parte de mi madre. Mi padre me llamó a un
costado.
¾ Víctor, todo tiene su momento y su
lugar.
¾ Te entiendo –le dije-, pero no puedo frenar este sentimiento que
llevo en el corazón por la celeste.
Me
castigaron, pero al final los convencí con una semana de buenas acciones para poder
regresar nuevamente al próximo partido
¡Fuerza, Sporting Cristal!
VICTOR
SOTO DUEÑAS
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